domingo, 12 de junio de 2011

La Era Digital

        Analizando lo que fue la visita a la exposición de "Variaciones de lo invisible" pude mirar esta sala de arte desde muchas perspectivas, una de ellas fue claramente desde el punto de las telecomunicaciones y su flujo real en nuestra cibermente y/o su fluidez en el ciberespacio. Analizando esta apreciación personal sobre la exposición, llegaron a mi, algunas preguntas que quizás nunca respondí en mi vida anterior, o antes que olvidará o quisiera olvidar. Una de ellas fue...¿En que momento llego el internet a mi vida?, ¿Cuando llego a Chile?, ¿Por que todo el mundo habla de la era digital?. Son preguntas que quizás pasaron en hechos por mi vida, pero que ahora me cuestiono y respondieron algunas personas. 


            "Internet tiene una historia brevísima. En 1961 Leonard Kleinrock propuso por primera vez la posibilidad de que pudiera crearse un sistema descentralizado de redes de comunicación interconectadas, que fueran capaces de crear un puente entre computadores repartidos por todo el planeta. El concepto era revolucionario. Las redes de la época tenían una organización jerárquica. Había, siempre, una plataforma central, de la cual dependían componentes que no contaban con privilegios de acceso para interactuar entre sí con libertad o para crear otros circuitos de comunicación, distintos a los previstos en el organigrama principal. La gracia de la teoría de conmutación de paquetes de Kleinrock es que eliminaba por completo el concepto de centro. En la red que él imaginó nadie debía ejercer un rol principal, nadie tenía, en realidad, un control total sobre nada. Cada uno de los componentes del sistema podía participar, con plena autonomía, en los flujos de comunicación, en la forma que quisiera, hacia la dirección que quisiera, tejiendo redes de vínculos que podían ampliarse sin limitación: esta red no tenía un principio, ni un punto final, ni una forma específica; era un organismo vivo que podía adoptar fisonomías nuevas en cada momento, siempre con beneficio para la posibilidad del conocimiento. 
              El potencial enorme este concepto motivó el inicio de una etapa de experimentación que logró cristalizar, en 1969, en la creación de ARPANET. Se trataba de una pequeña red que enlazaba los computadores la UCLA y la Universidad de Stanford por medio de una simple línea telefónica. Durante los 70’s esta red académica fue creciendo, al mismo tiempo que se iniciaba un proceso de innovación tecnológica más general, con distintos hitos, entre los cuales sobresale la creación del lenguaje HTML (HyperText Transfer Protocol), hacia fines de los 80’s, obra del británico Tim Berners-Lee. La gracia de este lenguaje es que aportaba un protocolo estándar para la programación de páginas Web, simple, elegante y extraordinariamente eficiente, que cualquier persona, con un mínimo de formación, podía usar con máximo provecho. A partir de entonces las TIC salieron del reducto controlado de sus orígenes. Internet comenzó a ser incorporado como un recurso corriente en las actividades desarrolladas por las empresas, instituciones y muy luego también por las personas, tomando allí una fuerza incontrolable. Hacia 1993 el número de servidores disponibles en el mundo era de 130. Dos años después la cifra se había elevado a 22.000 (Cohen y Rosenzweig, 2005:19). Hacia fines de esa década una porción significativa del planeta ya se había integrado a la red, al mismo tiempo que se registraba un acelerado cambio en las reglas y posibilidades de la comunicación, cuando la banda ancha y la comunicación inalámbrica reemplazaron a la tradicional línea telefónica, lo que permitió enriquecer sustantivamente las posibilidades de comunicación con la incorporación de imágenes fijas, en movimiento y de sonido. Antes del 2000, efectivamente, las páginas era medios de comunicación plana y elemental, que se desplegaban con gran lentitud. Entre el 2000 y el 2005 todo cambió, al socializarse el flash, el CCS y al producirse una serie encadenada de sorprendentes cambios tecnológicos. Los recursos multimedia se propagaron, permitieron superar las interfaces planas de los primeros sitios informativos, transformando a la red en el recurso de comunicación más poderoso que haya existido jamás. Cuando estaban operando estos cambios en relación a las posibilidades del lenguaje, irrumpieron en forma casi simultánea los Blogs, Wikis, Fotolog, Facebook o Twitter que permitieron al usuario integrarse a comunidades de conocimiento o entretención, dando vida al fenómeno actualmente en curso de una “Web social”. Estos cambios que hicieron explosión entre el 2005 y el 2006 permitieron que el usuario dejara de ser un expectador: Internet se transformó, a partir de entonces, en un espacio privilegiado para el encuentro de las personas, lo que redundó en que aparecieran nuevas formas de asociatividad.
¡Y todo esto en menos de cinco años! 
             Los primeros proyectos Web dedicados a la historia datan de principios de la década de 1990. Estos desarrollos pioneros permanecieron como logros muy aislados, hasta mediados de esa década, cuando comenzó a vivirse una etapa de aceleración que condujo al surgimiento de atisbos preliminares de una nueva “historia digital”.[2] La novedad llegó tan rápido que pronto quedó de manifiesto una situación cultural bastante extraña, que todavía es patente.
              Las personas con más de 40 años, entre las que se cuenta una parte significativa de los historiadores y del profesorado de historia, se formaron (y se deformaron) dentro de la cultura tecnológica propia de la era de la imprenta. Sus estudiantes, en cambio, son parte de la primera generación ciento por ciento tecnológica, plenamente inmersa en los códigos de la era digital.
               Nuestros usuarios más jóvenes, efectivamente, son la primera generación que vive en un mundo completamente tecnologizado e informatizado como aquel que nosotros veíamos representado en las novelas imaginativas de Julio Verne o en animaciones infantiles como los “Supersónicos”. En este mundo nuevo, de la globalización, los objetos tecnológicos y las prácticas sociales asociadas a su uso, no son, como ha sido costumbre, un ingrediente más en la esfera de la vida cotidiana. Se han convertido, por el contrario, en el elemento dominante. El tono de la vida de los usuarios está dictado, hoy en día, por la presencia de computadores con banda ancha, que sirven para guardar datos, para escuchar música, para ver películas, para jugar, para comunicarse, para tejer redes comunitarias de conocimiento, afecto o diversión; por artículos electrónicos de última generación, que simplifican la vida en el hogar y que se van coordinando entre sí, en mira a la configuración de una sola unidad doméstica de servicios; por celulares que sirven para comunicarse o para filmar o para navegar en Internet o para adquirir objetos. Todo un contorno nuevo de objetos y usos que se han sumado para provocar una situación social sin precedentes, descrita poco más atrás: la irrupción de una “generación X”, plenamente sumergida en códigos tecnológicos, para la cual el lenguaje digital, en todas sus formas, es la forma natural de comunicación."


Hacer historia en la "Era digital" 




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